Semanas que pagan

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Por: Juan Diego Llosa

El tenis es un deporte extremadamente ingrato. Se juegan torneos todas las semanas con cuadros de eliminación simple de 32, 64 o hasta 128 participantes. Un solo jugador levanta la copa y los demás vuelven a lo mismo: ducha, hotel, aeropuerto y siguiente destino. Esa es la vida del tenista.

Apostar por vivir del tenis es un riesgo que asumen solamente los valientes. Es dejarlo todo para intentar entrar a ese selecto grupo de 100 personas (ni siquiera 100 equipos) que vuelven de este deporte una actividad rentable a largo plazo.

Dentro de esa lucha se encuentra Juan Pablo Varillas. Con semanas malas, regulares y buenas Juanpi ha logrado meterse en el pelotón más próximo al top 100 del ranking ATP. Estando 128 del mundo y con un nivel en constante ascenso, todo parece indicar que el gran objetivo está cada vez más cerca de cumplirse.

Volviendo al tema de la ingratitud de este deporte, la semana pasada – a pesar del partido contra Juan Manuel Cerúndolo que todavía duele en el recuerdo – fue una de esas semanas excepcionales en la cual el tenis le retribuyó a Juan Pablo el trabajo que viene realizando a lo largo de estos años.

Jugar de local en el Lima Challenger, con público en las tribunas después de casi dos años y competir a un nivel altísimo es un premio que él mismo se regaló. No se fue ni con el título ni con los puntos que a lo mejor hubiese deseado para acercarse al objetivo, pero logró competir con la misma convicción que lo llevó a levantar los títulos en Campiñas, Santo Domingo, Biella y Santiago.

El camino que viene por delante será igual de apasionante y difícil del que ya viene recorriendo. Pero – a pesar de que todos queremos lo mejor para él – es importante que quede claro que la lucha es suya y nada más que suya. A nosotros no nos debe absolutamente nada. Ya nos hizo vibrar en las series de Copa Davis, ya nos hizo volver a tener a un representante en los Grand Slam, ya nos hizo madrugar para verlo competir en los Juegos Olímpicos de Tokio y ya nos tiene con la calculadora en la mano ansiando tanto como él verlo en el top 100 del ranking ATP.

Si un día la presión y los nervios – sentimientos muchas veces inevitables en un partido de tenis – lo invaden, que sea única y exclusivamente por sus propias ganas de cumplir sus objetivos.  Porque, como lo indiqué en el párrafo anterior, a nosotros no nos debe nada. Nosotros le debemos el agradecimiento por volver a poner al tenis peruano en los ojos del mundo.